viernes, 7 de septiembre de 2012

Ocho locas, un funeral...

Dirigente GLBT-oso con financiamiento:
http://www.libertadglbt.org
Uno de mis propósitos es escribir a la gente homofóbica, si como por aquí fuera difícil encontrarla, pero qué pasa en mi sótano oscuro de placer de donde se dice que nunca saldré, donde existen uno que otro amante de la luz que se corrompió por el poder de esa miseria del primer mundo, si aquí en Bolivia todo nos parece del primer mundo, como si no tuviéramos un tres tatuado en nuestra mirada.
Hablo de aquel maricón que salió del sótano, atajó los cuchillos de la hipocresía, tal vez porque no aguantaba que lo tachen de diferente, tal vez por la injusticia que no cambio ni por el tribunal elegido por el pueblo, tal vez cansado de la soledad. Me imagino cómo fue ese primer contacto con la luz pública, casi como una primera vez, pero ahora está podrido como el sexo que termina en alguna ITS o en SIDA. Posiblemente lo que escribo sea como un tajo más en la calamina de las apariencias, como esa guerra imaginaria entre lo marica y lo gay, como si tu y yo fuéramos diferentes, los dos tenemos sueños, metas  y muchas decepciones.
Nos manejamos en la utopía gay de ese edificio céntrico apodado “libertad” donde acudimos los maricas de poca experiencia, nos animamos a asomar la cabeza de la tierra sin esperar recibir el ladrillazo de propaganda gay, aquellos papeles con la utopía gay escrita y repartida en una realidad marica donde te enseñan a ser la víctima, donde te enseñan hacer el activo que se coge todo lo que se mueve o el tierno pasivo transformista, casi tratando de emular la pobre realidad heteromachista boliviana.
Tanto culto gay para qué, sólo para justificar un sueldo, es como un sana sana en el culo partido por la ignorancia, acaso siendo las víctimas se terminará la homofobia, acaso tantas lágrimas podrán lavar los pies de la ignorancia. No se trata de que todos los maricas estemos unidos ante el muro socialista homofóbico, se trata de la dignidad de vivir el presente con realidad, de bajar de la nube rosa y salir del sótano porque nos toco así. Y si en verdad profesamos la igualdad debería ser así, me gustaría que por fin pongas en práctica una palabra que tal vez sólo la escuchas una vez al año en aquel desfile manoseado y desgastado, la palabra es “dignidad” y te recuerdo que no puedes comprarla ni por muchos financiadores que tengas, tampoco te la regalarán.
Ni mucho menos el heteromachismo y la homofobia te cederán un poquito, es una lucha de aquellos que parecen estar perdidos pero sólo los verdaderos amantes de la libertad sabremos sobrellevarla y romper el mito de loca de sótano.
¡Soy Marica y Qué!                                          
Atte. Maricón tercermundista.

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