lunes, 4 de abril de 2011

DICCIONARIO MARICA... "EL MARAQUERO"

"MARAQUERO"
El maraquero es el homosexual vinchuca. El maricón disque “hetero” que revolotea presuroso el campo minado de flores rotas, mientras absorbe desesperado la savia vital amariconada de su ocasional amante. El maraquero, cual maricón ausente de si mismo, es el fruto putrefacto del páramo, el inerte cuerpo andrógino que no decide su sexualidad, el hilo de pestilente falsedad que recorre el camino angosto de la condenación.
Es el eunuco lascivo que necesita marcar el mismo paso del maricón identificado y reflejarse en el mismo cristal obscurecido de la conciencia, para sentirse por una y algunas veces hombre. Cuando se ve atacado, el maraquero, sin identidad, sin nombre, sin nada, es capaz de sentirse homófobo y censurar el mundo marica que lamentablemente lo hace posible.
Es el mancebo de la copula barata, aquel que se pierde en los albores de Baco y Erastes, el homosexual reprimido, el hombre que necesita sentirse macho al transgredir su virilidad. El maraquero, como construcción patriarcal, es el maricón que no reconoce su mariconada vida y, al mismo tiempo, es el macho burlón de su propia identidad porque sólo le falta doblar la muñeca para existir dignamente, tal vez como persona, pero mejor aún como maricón. Así es el maraquero.
Soy Marica y Qué!

DICCIONARIO MARICA... "EL MARICÓN"

"MARICÓN"
El maricón es el homosexual infractor. El niño, el adolescente, el hombre que transita la vida abusando de las leyes y declarando su inconformidad. El espíritu de rebelión que se gesta en él, es el primer rasgo de su personalidad amariconada que reconoce en sí mismo desde la primera vez que fue señalado con el dedo y castigado por la voz de su padre, que lo último que dijo fue “maricón de mierda”. Y por primera vez el maricón es reconocido, identificado y nombrado. Por eso el maricón adoptó esa identidad que su padre censuraba, por eso el maricón se tragó las lágrimas y nunca volteó la mirada cuando decidió marcharse, por eso el maricón decidió buscar y construir su propio espacio donde pudiera hacer posible su utopía.
Y en esa búsqueda de la identidad de los hombres que aman a otros hombres, el maricón, cuestiona al modelo anglosajon al que se reduce su condición. Y una vez más el maricón infringe las leyes del selecto grupo GLBT porque reconoce su condición, no desde la máscara o el transformismo superficial, no desde la moda o el estereotipo repugnante, no desde lo foráneo o la cultura nauseabunda y elitista, sino desde la reflexión, el sentimiento de pertenencia y sobre todo, desde la construcción ideológico – política del ser.

Por eso el maricón es capaz de re significar un conglomerado diverso, asignarle un estatus fundacional a la palabra y a su voz, e interpelar ácidamente a la sociedad que erróneamente lo excluyente, pero nunca logra callarlo. Así es el maricón.
Soy Marica y Qué!