El taceoneo infractor de la otra...
TRANFORMISTA
El maricón que es transformista asume su postura ideológica desde el otro lado, el lado femenino. Y es que la transformista asume su identidad de Eva en el paraíso a partir del pacto sacrificial a ese Dios asexuado, ya que ella misma mutila al cordero fálico para construir su propio sexo y ejercer, divina, las veces de creadora.
Hay transformistas y hay transformistas, las unas asumen este arte como un pasatiempo, buscan un nombre a esa “otra”, construyen su cuerpo, ejercitan su pasarela, ensayan su sonrisa y cuidan cada detalle en el evento de manera que logren su cometido, un pedazo de plástico reluciente que les otorga el ocasional título de reina. Las otras transitan el camino más largo y el transformismo es más que un título de “Srta. Emancipación”, para ellas, asumir el rol distinto al asignado biológicamente es una necesidad de género, mediado por la vivencia interna e individual del ser en el mundo.
De una u otra manera, la transformista instaura su taconeo infractor y su voz desobediente en una sociedad fálica, mediada por roles arbitrarios y reglas absurdas que hacen de los hombres y mujeres títeres mudos de un malsano titiritero. De esta forma, la transformista, bocona, incisiva y mordaz ha interpelado al Eterno y buscado entre sus pares el lugar que le corresponde, por eso es el foco que propaga, la manzana que contagia y el primer momento del camino a la libertad.
Así es la transformista.
Soy Marica y Qué!
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