"JOTO"
El joto es el maricón que muta y transmuta. El hombre que no cohíbe sus movimientos a la hora de la performance transgresora y delictiva, y cual deseo prohibido, el joto muta de noble mal a insigne desgracia en un abrir y cerrar de ojos. Y es que para el joto los roles de género no lo definen los hombres, los roles se construyen así mismos en un delicado juego de caretas, apariencias e identidades.
A veces el joto duda de su existencia, titubea cuando es señalado por el Génesis y vacila al medio de esa traumática línea divisoria, pero la duda se esfuma cuando el joto decide dar el paso triunfal enfundado en sus pieles de reina traveca, quizá con sus aires de grandeza o su simple actitud amariconada, el joto entra en la calle e irrumpe victorioso con lentejuelas de ensueño en su propio sueño.
En el afán de construir su propia existencia, el joto desplaza su banal relación con los hombres, ya que su obra y él mismo carecen de tinte lascivo. Por eso su imaginario personal y su gestación delirante es un constructo de vida y sensibilidad por lo “rarito”, por eso el joto no lo dice aunque le gusta, lo niega aunque se le note y aunque se delata con su paso de bailarina exótica, el joto prefiere ser y existir perenne como una imagen amorfa entre dos polos. Así es el joto.
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